He visto la provincia de Río Negro reflejada en tu mirada de áreas lacustres. He visto el vuelo de la sombra blanca, cadena que amarra el viajero que no quiere regresar. Pastor patagónico que fue tu abuelo vasco. He tocado tu pelo de pastizales, he tomado tus manos de un cobrizo coirón.
Colgado de vellones de lana y ovejas, pámpanos temblones sobre campos dorados, en la tarde ventosa y suave de tu tierra. Como espuma en las crestas de unas olas terreras rielando en tu mar de hierba pampera. Ya voy. Aquí estoy.
Tras el regreso me veo aterido de nostalgia en esta imposible carretera. Bajo el humo privado de las mil chimeneas del gran polígono que anuncia la ciudad.
A velocidad infernal nos desplazamos sobre máquinas con ruedas, y no me acostumbro, para confluir como plaga de langostas a los mismos lugares, a las mismas horas. Así que voy sintiendo que aquí malgasto la vida que ya sólo quiero tener entre mis manos las tuyas de aquel cobrizo coirón. Ya voy. Aquí estoy. Ya voy. Aquí estoy.
Colgado de vellones de lana y ovejas, blanquecinos temblores, sobre campos dorados en la tarde ventosa y suave de la tierra. Como espuma en las crestas de unas olas eternas rielando en un mar de hierba pampera. Ya voy. Aquí estoy. Ya voy. Aquí estoy.