Mientras la ciudad aún a las cuatro esté encendida y haya un lugar que te distraiga por ahí –un humilde lugar, un pequeño lugar– no digas no, que estás negando el paraíso: sé donde por años la luz es un farol y el sueño diversión –única diversión–.
Sé que ahora mismo, mientras se entona cualquier canto, mientras partimos a disipar el calor, se está luchando allá. ¿Qué va a pagar la sangre que la tierra absorbe? ¿Qué oro que no es oro de sueños pesa así? ¿Qué puede valer más?
¿Qué paga ese sudor, el tiempo que se va? ¿Qué tiempo están pagando?: el de su vida. ¡Qué vida están sangrando por la herida de virar esta tierra de una vez!
Cuando a las once el sol parte el centro del honor, cuando consignas y metas piden su paredón, cuando de oscuro a oscuro conversan con la acción la palabra es de ustedes: me callo por pudor.
¿Qué paga este sudor, el tiempo que se va? ¿Qué tiempo están pagando?: el de su vida. ¡Qué vida están sangrando por la herida de virar esta tierra de una vez!