Es virtualmente imposible saber a dónde apuntan tus misiles. Saldré para ver que han destruido esta vez. Catedrales milenarias, las promesas más sagradas. Y sé que no habrás dejado casi nada en pie. Y si queda algo que se pueda salvar lo vas a destrozar. Y a mí ya me da igual, yo ya estoy en otra parte.
Tus ingenieros nucleares están preparando otro ataque y van tantos que ya no los puedo ni contar. Andarán buscando un blanco donde puedan hacer daño. Y yo protegiéndome de esta radiación con mi nuevo traje del más duro metal que pude encontrar. Así que me da igual dónde vayas esta noche a reclutar a tu nuevo general. No le deseo mal, que le pongan una estatua.